Coaching organizacional: la democracia empresarial

31 ago 2022 Comparte

Muchos podemos recordar ocasiones en las que alguna autoridad nos haya impuesto el poder que tenía sobre nosotros de manera egocéntrica, forzosa y hasta cruel. Unos los habrán visto a un profesor despótico en la escuela, otros a un entrenador, y otros, a un jefe. Seguramente, ninguno tendrá esas experiencias en su lista de recuerdos gratos: estamos hablando de líderes que no sabían nada sobre coaching.

Contrario a quien usa la autoridad para imponer mandatos, está quien la usa para organizar equipos según las capacidades y las necesidades de cada miembro del grupo. El coaching es quien, dicho de forma resumida, se encarga de potenciar la capacidad humana y guiar a las personas a alcanzar sus máximos niveles de rendimiento. Gustavo Romero León, en un artículo publicado por el IESA, menciona que el coach es una disciplina que involucra consultoría, porque invita a la duda y a la reflexión; de mentoría, porque se realiza durante  períodos de tiempos específicos, en los cuales vela por el crecimiento profesional; la consejería, porque apoya la solución de problemas mediante la creación colectiva de estrategias; y la terapia, pues toma elementos de la psicología para usar la sensibilidad para apoyar a las personas con las disfunciones, y en algunos casos, los guía hacia la ayuda profesional.

Según Romero, el coaching organizacional busca el desarrollo de la empresa entera, a diferencia del ejecutivo, que se centra en quienes tengan los cargos más importantes o el de equipos, que se encarga de grupos en específico. Dado que un ambiente ameno puede hacer la diferencia a la hora de escuchar al despertador en las mañanas, su trabajo es necesario. Las rutinas diarias pueden resultar agobiantes, de modo que  es necesario aliviar la presión cotidiana. Esa es el primer motivo por el cual es necesario un liderazgo centrado en la empatía y no en el poder. Una de las preguntas más básicas que realizar  un jefe es “¿Tú qué sabes hacer?”, y además de “¿Cómo estás?”. No es necesario sobrepasar los límites profesionales para desarrollar un entorno saludable dentro de una empresa.

Muchas veces, las personas esperan poder servir a la sociedad desempeñándose en un rol determinado por sus capacidades y estudios. A un licenciado en Comunicación Social que haya realizado talleres de diseño le encantaría que le dijeran: “¿Te gustaría hacer la diagramación de la página? Vi en tu currículum que destacaste los cursos que hiciste”. Como dice el refrán: “Trabaja en lo que te gusta y no tendrás que trabajar”.

Si bien es cierto que cada empresa tiene necesidades distintas, sorprende encontrar la relación que pueden encontrarse entre diferentes áreas. En un reportaje de Sara Navas publicado por El País, diferentes licenciados en Filosofía cuentan cómo su carrera, aparentemente “inútil”, les sirvió para desarrollar con éxito sus respectivas vidas laborales: Leticia García, periodista de moda, contó  que poseer una perspectiva teórica le permitió escribir con mayor profundidad sobre el tema, lo cual le sirvió para atraer la atención de diferentes medios, hasta llegar a la prestigiosa revista Fashion and Arts; la publicista Clara Valera Díaz, comentó con orgullo que la perspectiva que le dio su formación le ha permitido pensar de forma más amplia los conceptos del ámbito en el que se desempeña, en lugar de limitarse a la visión meramente pragmática de algunos colegas; y la actriz Adriana Ugarte recalcó que gracias a sus conocimientos puede entender mejor las posturas y conflictos de los personajes que interpreta.

Como dice el jefe de Míster Increíble, "una compañía es un enorme reloj, y solo funciona si todos los pequeños engranes se ajustan". Pero no tiene que ser un andar monótono, los seres humanos no actuamos mecánicamente. Necesitamos sentirnos estimulados para poder mantener nuestra motivación activa. Si bien es cierto que no todos los talentos pueden desarrollarse en un mismo sitio, -y un biólogo marino no tiene mucho que hacer en un departamento de marketing-, siempre y cuando sea pertinente, podría ser de gran ayuda escuchar a los miembros del equipo a coordinar. Es lo que se conoce como “gestión de talento”.  Un coach organizacional, al saber que tiene a un licenciado en filosofía en la empresa, debería platicar con él: seguramente, sus reflexiones aportarían una perspectiva valiosa.

Si a Míster Increíble se le hubiera preguntado por su apreciación sobre la empresa, y se hubiera tomado en cuenta su punto de vista, ¿su jefe hubiera terminado en el hospital? Quizás no. Si bien un superhéroe no tiene mucho que hacer en una compañía de seguros, sin duda, la carga no hubiera sido la misma. El coaching organizacional toma en cuenta las opiniones de todos, pues el entorno empático es necesario para que exista una comunicación grupal fluida. Nos dice Romero:

 “El gerente coach es el gestor de un nuevo tipo de conversación en la organización. Esto implica el desarrollo de un nuevo estilo de comunicación, signado, entre otras competencias, por la escucha empática, el enfoque múltiple para la solución de problemas, el balance entre proponer e indagar, el respeto a la legitimidad de opiniones y puntos de vista, y, sobre todo, el compromiso permanente con el desarrollo continuo de su gente, lo que le permite relacionarse de una manera más efectiva y profunda”.

Si quieres aprender a desarrollar estas cualidades, pronto el IESA conéctate a nuestro encuentro por Instagram Live el próximo 14 de septiembre  las 5:00pm, que se llamará Hablemos de Coaching. Si te interesa el coaching también puedes inscribirte en el próximo certificado, está a punto de iniciar.

El respeto, la empatía, la cualidad de escuchar y la planificación son las herramientas principales que un líder coach debe tener. No desperdicies la oportunidad de formarte para desarrollar exitosamente tu empresa. Al fin y al cabo, que Marthin Luther King sea  recodado con más cariño que Augusto Pinochet tiene una razón de ser.

Por: Diego Alejandro Torres Pantin


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